EL PERSONAJE: Catalina de Erauso, conocida como la "Monja Alférez" es uno de los personajes más sorprendentes del Siglo de Oro español. Alta, fuerte, carente de formas femeninas y de carácter inquieto, no pudo soportar la vida en el convento.
Se han dado en la Historia múltiples casos de mujeres que se disfrazaban de hombre, combatiendo como soldados o piratas. En este caso, parece claro que era un hombre en cuerpo de mujer.
Consiguió ascender a alférez por méritos propios, aunque también destacó por su afición al juego, a las peleas y a seducir a mujeres...un auténtico fenómeno.
BIOGRAFÍA: Catalina de Erauso nació en San Sebastián (Guipúzcoa) en 1592. Sus padres eran el capitán Miguel de Erauso y María Pérez de Galarraga.
Junto con sus hermanas María Juana, Isabel y Jacinta, ingresó en el convento dominico de San Sebastián Antiguo cuando tenía cuatro años. Allí pasaría su infancia y adolescencia.
Después de pelearse con una monja de nombre Catalina de Aliri, huyó del convento el 18 de marzo de 1600. Disfrazada de hombre fue realizando diversos trabajos hasta que, en 1603, consiguió enrolarse como grumete en un barco que partía de Sanlúcar de Barrameda con destino al Nuevo Mundo.
Para no ser descubierta, utilizó diversas identidades: Antonio de Erauso, Alonso Díaz, Ramírez de Guzmán, Pedro de Orive o Francisco de Loyola.
Después de desembarcar en Punta Araya (Venezuela), se dirigió a Cartagena de Indias, Panamá y Perú, acabándose enrolando como soldado para luchar contra los indios mapuches en Chile. Su valentía y arrojo fueron premiados con el grado de alférez.
Aficionada al juego, a las peleas y a los duelos, en los que mató a varios hombres, acabó, sin saberlo, con la vida de su hermano Miguel.
A punto de ser apresada por las autoridades debido a sus múltiples fechorías, buscó protección en la persona del obispo Fray Agustín de Carvajal a quien explicó su secreto, que fue certificado por el examen de dos matronas, que incluso descubrieron que era virgen. Por orden del obispo, ingresó en el convento de Santa Clara de Guamanga y, más tarde, en el convento de la Santísima Trinidad de Lima.
El 1 de noviembre de 1624, Catalina desembarcó en Cádiz. El rey Felipe IV quedó tan sorprendido por su historia, que le concedió una pensión de 800 escudos. El Papa Urbano VIII quiso conocerla, por lo que viajó a Roma en 1626
Después de algunos años, en 1630, volvió a México, dedicándose al transporte de mercancías con tiros de mulas entre Veracruz y Ciudad de México, con el nombre de Antonio de Erauso. Se cree que murió en 1650 en circunstancias poco claras.
Foto nº 1: Dominio público (Wikimedia Commons), Fotos nº 2, 3 y 4: Cortesía rtve
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