EL PERSONAJE: La vida de La Bella Otero no hay duda de que fue fascinante, ya que fue uno de los personajes más famosos de la Belle Époque francesa gracias a su trabajo como bailarina y cantante pero, sobre todo, a su papel de Cortesana.
Encantadora, caprichosa, ambiciosa, calculadora, mentirosilla y despiadada, supo utilizar su gracia, su arte, su belleza y sus medidas 93-53-92 para volver locos a sus amantes, algunos de los cuales, hasta seis, llegaron a suicidarse al perderla una vez arruinados. Por ello, también se la conocía como "la Sirena de los suicidios". En este sentido manifestaba:
"Hice fortuna durmiendo, pero no sola"
De entre sus amantes más importantes destacan los principales monarcas europeos de la época: Guillermo II de Alemania, Nicolás II de Rusia, Leopoldo II de Bélgica, Alfonso XIII de España, Eduardo VII de Inglaterra. También millonarios como el empresario Cornelius Vanderbilt o el banquero barón Ollstreder. En su mejor momento reunía una fortuna equivalente a 400 millones de euros, que perdió con la misma rapidez que la había ganado, por causa de su afición a jugarse verdaderas fortunas en los casinos, y a su elevadísimo nivel de vida.
Murió arruinada, olvidada y sobreviviendo gracias a una pequeña pensión que le otorgó el ayuntamiento de Niza. Resumiendo su vida, La Bella Otero manifestaba:
"Las mujeres tenemos la obligación de ser hermosas y, una vez envejecemos, debemos aprender a arrancar los espejos...he sido esclava de mis pasiones, no de los hombres"
BIOGRAFÍA: Agustina del Carmen Otero Iglesias nació en Valga (Pontevedra, España), el 4 de noviembre de 1868, siendo su padre un oficial de la Armada Griega llamado Carasson y, su madre, una gitana llamada Carmencita, que trabajaba en un tablao flamenco, y que tuvo a su hija sin haber contraído matrimonio con el oficial griego. Éste, parece que murió en un duelo con otro amante de Carmencita. Tuvo una hermana gemela llamada Francisca.
A los 10 años de edad la madre se vio obligada a dejarla en un internado, debido a la imposibilidad de mantenerla. Pasó muchas penalidades, incluso una violación a los once años. A los catorce años, acompañada de Paco, un apuesto joven, marchó a Lisboa donde, con el nuevo nombre de Carolina empezó a trabajar como bailarina. Allí contrajo matrimonio con el conde Guglielmo que la animó a ir a Marsella primero y luego a París, a donde llegó en 1889.
Con un baile que era una mezcla de flamenco, fandango y danza exótica, La Bella Otero triunfó en Francia, actuando durante mucho tiempo en el Folies Bergère y en el Cirque d'Été. Sus giras por Estados Unidos, Argentina, Cuba, Alemania y Rusia convirtieron a La Bella Otero en una figura de fama internacional.
Su belleza y su fama hicieron que fuera cortejada por millonarios, aristócratas, príncipes y reyes que pretendían impresionarla con regalos de enorme valor económico. Con cincuenta años cumplidos y tras un accidente de coche, decidió retirarse e instalarse en los años 20 del siglo XX en Niza donde se dedicó, principalmente, a jugar en los casinos de Montecarlo durante años hasta que perdió toda su fortuna. Pasó sus últimos días en una pequeña habitación malviviendo de la pensión que le concedió el ayuntamiento de Niza, donde murió el 11 de abril de 1965 como consecuencia de un paro cardiaco.
Fotos: Cortesía oficial site La Bella Otero
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