EL PERSONAJE: Isabel Barreto fue la esposa del explorador Álvaro de Mendaña, descubridor de las Islas Salomón y las Islas Marquesas, al que acompañó en su última expedición.
Debido a una serie de sucesos acaecidos durante la misma, se convirtió en la primera almiranta de la flota Española, al mando de dos barcos y de sus famélicas y debilitadas tripulaciones.
Parece ser que el padre de Isabel, Nuño Barreto, puso casi toda su fortuna, unos 40.000 ducados para que su hija, tres de sus hermanos (Lorenzo, Diego y Luis) y uno de sus yernos, Lope de Vega, participaran en la expedición que sería comandada por Álvaro de Mendaña. Todos ellos encontraron la muerte.
La segunda expedición de Mendaña a las Islas Salomón, entre 1595 y 1596, era controlada por Isabel debido a que tenía el apoyo de sus familiares y la expedición era financiada por su padre. A la muerte de su marido el 18 de octubre de 1595, en la islas Santa Cruz (Islas Salomón) se impuso a todo el mundo, incluido el piloto Quirós. A partir de entonces quedó claro que su único objetivo era salvarse ella.
El viaje continuó durante dos meses por Guam, Papúa y terminó en Filipinas. La sed, el hambre y las enfermedades hacían estragos entre la tripulación, que disponía de un cuarto de litro de agua donde flotaban cucarachas muertas, mientras que Isabel derrochaba el agua potable lavando sus vestidos.
Por cierto, al llegar a Filipinas no perdió el tiempo y sedujo al general Fernando de Castro, comandante de la ruta Acapulco-Manila. No cabe duda de que Isabel era una auténtica superviviente sin escrúpulos.
BIOGRAFÍA: Isabel Barreto de Castro nació en Pontevedra (Galicia, España) en 1567, siendo sus padres según algunos historiadores, Nuño Rodríguez Barreto, conquistador del Perú y Mariana de Castro. Ambos eran de origen portugués y tuvieron siete hijos: tres chicos y cuatro chicas.
Nuño Rodríguez ganó fama en Perú gracias a sus enfrentamientos con los piratas ingleses.
Durante la infancia de Isabel, la familia se trasladó al Virreinato del Perú. Allí Isabel conoció al adelantado Álvaro de Mendaña, con quien se casó en Lima en 1586, a pesar de que él ya contaba con 45 años. Recordar que un "adelantado" era un alto dignatario español que llevaba a cabo o adelante una empresa pública por mandato de servicio, cuenta y bajo designio real.
Gracias a este matrimonio, Isabel se volcó en conseguir el éxito social en Lima, la capital del Virreinato. Logró convertirse en una de las cortesanas preferidas de la virreina Teresa de Castro, esposa del marqués de Cañete. Consiguió que el virrey concediera a Mendaña autorización para volver a las Islas Salomón para consolidar lo obtenido en su primer viaje de exploración a la zona.
La expedición, que partió el 16 de junio de 1595 estaba formada por cuatro embarcaciones y 378 personas, siendo 280 de ellas marineros y soldados. El primer éxito fue el descubrimiento de las islas marquesas. Encontrándose en la Islas Santa Cruz (Islas Salomón), Mendaña falleció el 18 de octubre por causa de la malaria. Antes de morir, nombró a su mujer gobernadora de las islas y al hermano de Isabel, Lorenzo, almirante de la expedición. La muerte de su hermano a los pocos días hizo que Isabel tomara el mando de la expedición, como almiranta.
El asesinato del caudillo Malope por soldados españoles provocó una rebelión de los habitantes de las Islas Santa Cruz por lo que fue necesario zarpar inmediatamente. Isabel decidió poner rumbo a las Filipinas. Llegaron al puerto de Manila el 11 de febrero de 1596. Se hizo patente la dureza de la almirante, que había ordenado el ahorcamiento de varios marineros que no obedecieron sus órdenes.
No perdió el tiempo Isabel y, ese mismo año logró contraer matrimonio con el general Fernando de Castro, caballero de la Orden de Santiago. El 1597, el matrimonio viajó a Acapulco (Virreinato de Nueva España) y, a continuación, a Guanaco, donde Isabel poseía una encomienda. Las encomiendas consistían en que la corona asignaba a un súbdito español (encomendero) una cantidad de indígenas que se encargaba de evangelizar y percibía los beneficios obtenidos por el trabajo de los nativos, es decir, esclavos. Finalmente regresaron a Perú, donde Isabel falleció en 1612.
Fotos: Dominio público (Wikimedia Commons)
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