EL PERSONAJE: Según el imaginario popular una bruja es una mujer que ha hecho un pacto con el demonio, quien le concede poderes sobrenaturales para realizar actividades maléficas.
En el pasado, la Iglesia y los señores de la nobleza utilizaron a indefensas mujeres a las que acusaron de brujería para que fueran las culpables de todas las calamidades. Cualquier mujer que no encajara en el orden social establecido podía ser, por medio de esta acusación, encarcelada, torturada y ejecutada.
Al igual que en el resto de Europa, la persecución contra las brujas también fue intensa en la Cataluña del siglo XVII. Pero no fue la Inquisición la encargada de perseguir a las brujas en Cataluña, sino los señores y los tribunales locales. Se contrataba a un cazador de brujas profesional que, una vez localizada la víctima, la desnudaba, le ponía agua bendita en el hombro y buscaba cualquier señal en su cuerpo: marcas, verrugas, axilas sin pelo, lunares, pigmentaciones etc. ¿Quién no tiene alguna de estas cosas? El siguiente paso era la tortura para conseguir otros nombres, y la horca.
Entre 1616 y 1622, alrededor de 400 mujeres en Cataluña sufrieron la acusación de brujería. Fue una época en la que hubo un periodo de crisis social, económica y religiosa. Concretamente, en 1617 llovió tanto que se convirtió en "el año del diluvio". La necesidad de encontrar culpables (no había coches en esa época), fue la excusa para acusar a mujeres solas y marginadas, curanderas o, simplemente, comadronas. Se las acusaba de reunirse para realizar rituales de iniciación de brujería donde renegaban de la fe cristiana y se entregaban al mal. Podían hacer daño mediante conjuros, miradas, alimentos, granizadas, lluvias, heladas, niebla o accidentes sufridos por los campesinos.
A finales de 1619, debido a confesiones obtenidas bajo tortura, numerosas mujeres se fueron acusando sucesivamente, pensando que con ello evitarían el dolor: Eulàlia Puig Braga, Caterina David, Margarida Pujol Ras, Elisabet Rossell, Magdalena Vadrena del Pont, Francina Marrats, Violant Carnera, Jerònima Muntada o Eulàlia Oliveres. Todas ellas fueron torturadas y ejecutadas.
BIOGRAFÍA: Violant Carnera nació en la última parte del siglo XVI en les Arenes de Castellar del Vallès (Cataluña).
Era campesina, viuda y seguramente conocía las propiedades curativas de las plantas. Mujer independiente, algo que no gustaba en absoluto, Violant era la mujer perfecta para un proceso de brujería.
El 17 de diciembre de 1619, tras la denuncia de algún vecino, fue detenida y acusada de todo tipo de barbaridades: envenenar el agua, provocar granizo en el pueblo y los alrededores, de blasfemia, de renegar de Dios y, por si faltaba algo, de mantener contactos sexuales con el demonio.
El interrogatorio tuvo lugar el 23 de diciembre de 1619 en la casa de un pagès de Sabadell, Burrull i Ferrés. Desnuda y encadenada por el cuello se la sentó en un banco y se le exigió que dijera los nombres de las personas que habían realizado prácticas de brujería con ella. Invocar a Dios y a los santos no detuvo a sus torturadores. No fue hasta que dijo el nombre de otras mujeres y reconocer todas las acusaciones que habían hecho contra ella, que se detuvo la salvajada. A principios de 1620, Violant Carnera fue ahorcada en Sabadell (Cataluña).
Fotos: Dominio público (Wikimedia Commons)
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