
En cuanto a su aspecto físico, decir que no era una mujer agraciada, lo que provocó el rechazo de su madre, María Leonor de Brandeburgo, quien era una belleza y una nulidad intelectual. Cristina acabó rechazando los cánones de belleza femenina, así como las joyas, los lujos y los vestidos. Su comportamiento masculino y su negativa a casarse y tener hijos favoreció los rumores de su homosexualidad. En este sentido manifestaba:
"Las monjas y las mujeres casadas son igualmente infelices, pero de distinta forma"
Su pasión era el estudio y el conocimiento lo que proporcionaba una sensación de superioridad y, en muchas ocasiones, no aceptaba consejos de nadie. Compraba numerosas obras de arte y poseía una de las bibliotecas más completas de Europa. Pronto fue perdiendo interés por los asuntos de Estado así que, con 28 años decidió abdicar. Abandonó el protestantismo para hacerse católica y empezó a viajar por las cortes europeas fijando, finalmente su residencia en Roma, la cuna del arte. Como todos los amantes del conocimiento, Cristina siempre tuvo un principio:
"Es necesario tratar de superarse siempre; esta tarea debe durar toda la vida"
BIOGRAFÍA: Cristina nació en el Castillo Tre Kronor (Estocolmo, Suecia), el 18 de diciembre de 1626, siendo su padre Gustavo II Adolfo de Suecia y, su madre, María Leonor de Brandeburg, de la dinastía alemana Hohenzollern. Cristina pertenecía a la dinastía de los Vasa.
Durante la Guerra de los Treinta Años, el rey murió en la Batalla de Lützen el 6 de noviembre de 1632 así que, poco antes de cumplir los seis años Cristina se convirtió en reina de Suecia, actuando como regente el canciller Oxenstierna. Éste se preocupó de su educación y de separarla de su madre por razones de Estado.
Colaboraba en la educación de Cristina el obispo Johannes Mattiae Gothus que además de teología se ocupó del lado humanístico. Con 16 años participaba en las reuniones del Consejo del Reino y, al cumplir los 18, empezó a asumir de manera gradual las funciones del canciller Oxenstierna. El 17 de octubre de 1650 tuvo lugar la coronación de Cristina en Estocolmo.
Su reinado se caracterizó por fomentar la cultura, la sabiduría y el arte y no dudó en comprar obras de arte, o en rodearse de artistas e intelectuales europeos a los que ofrecía su patrocinio.
Destacan la presencia en la corte del filósofo René Descartes, el pintor Sébastien Bourdon, el jurista Hugo Grocius, el escenógrafo Antonio Brunati, el médico francés Pierre Bourdelot y los diplomáticos Pierre-Héctor Chanut y Antonio Pimentel de Prado, con los que desarrolló una gran amistad.
Cristina no aceptó las exigencias del Consejo del Reino sobre un matrimonio para asegurar la dinastía. En febrero de 1654 la Reina anunció su intención de abdicar y, el 6 de junio de 1654, en el castillo de Upsala, la reina se despojó de las insignias reales, asumiendo la corona su primo que sería Carlos X Gustavo. Se le otorgaron unos ingresos que percibiría hasta su muerte. Cristina partió para Hamburgo y, a continuación a Amberes y Bruselas.
Tras unos meses bajo la protección de Felipe IV, en la Navidad de 1654, Cristina anunció su cambio de fe del protestantismo al catolicismo. El Papa Alejandro II aceptó que se instalara en Roma. La noticia de su cambio de fe no fue entendida en Suecia, donde su padre, Gustavo II Adolfo, había muerto luchando contra el catolicismo durante la Guerra de los Treinta Años.
Cristina, deslumbrada por la cultura romana, visitó iglesias, colegios, museos y bibliotecas. El Papa encargó al cardenal Decio Azzolini de su asesoramiento y entre ellos surgió una fuerte amistad. Cristina apoyó las tendencia política del cardenal, a favor de una mayor independencia política del Vaticano con respecto a las influencias española y francesa. Cristina organizó su propia corte, en la que invitaba a las más poderosas familias romanas a sus veladas culturales.
El 10 de noviembre de 1657, durante una estancia en el palacio de Fontainebleau (Francia), ordenó ejecutar a Giovanni Rinaldo, marqués de Monaldeschi, uno de sus cortesanos, al descubrir que la espiaba. Este acto le provocó un gran desprestigio y, a su regreso a Roma en febrero de 1658 fue recibida con frialdad, aunque Azzolini intentó ir mejorando su imagen. En esta ocasión Cristina se instaló en el Palacio Farnesio y, más adelante en el palacio Riario pues tenía problemas financieros pues no era suficiente lo que recibía de Suecia con respecto a sus gastos culturales. Visitó Suecia en 1660, a la muerte de Carlos X Gustavo, y en 1668, Cristina recibió apoyo económico de los Papas Clemente IX y Clemente X para su labor cultural.
La llegada al papado de Inocencio XI en 1676 significó el fin del apoyo económico a Cristina. El 13 de febrero de 1689, Cristina sufrió un desmayo. Su estado empeoró rápidamente y, la exreina murió en Roma el 14 de abril de 1689, acompañada en su lecho de muerte por su fiel amigo, el cardenal Azzolino. En contra de sus deseos, Inocencio XI le dio un funeral de Estado.
Fotos: Dominio público (Wikimedia Commons)
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