
La viuda tenía la necesidad de contactar con el espíritu de su esposo y contactó con una médium. La pitonisa le dijo que existía una maldición sobre la familia Winchester debido a la enorme cantidad de muertos ocasionados por sus armas.
También le dijo que para huir de la maldición, debía irse a vivir al Oeste, donde debía construir una casa y emplear todo su tiempo en reformarla. Sarah compró una casa en San José (California) y empezó a la transformación continuada. El resultado fue una mansión victoriana famosa por su tamaño, sus rarezas arquitectónicas y la ausencia de un proyecto de construcción.
Se cuenta que, aficionada al espiritismo, realizaba sesiones por la noche para confeccionar los planes de construcción para el capataz cada mañana. Dichos planes incluían estrambóticos proyectos: escaleras que no iban a ninguna parte, pasillos claustrofóbicos, escalones casi planos, habitaciones construidas dentro de otras habitaciones, puertas de tamaño infantil, balcones y ventanas hacia dentro, juegos visuales, símbolos, etc.
La enorme construcción tenía 161 habitaciones, 2 salones de baile, 47 chimeneas, dos sótanos y tres ascensores. Sólo había un baño que funcionase, siendo los otros falsos con la intención de engañar a los espíritus. Por esta misma razón, cada noche dormía en una habitación diferente. Fue necesario poner escalones especiales casi sin desnivel debido a la artritis que padecía.
Sarah contribuía al ambiente de la casa vistiendo con un luto riguroso, tanto en invierno como en verano. A pesar de su apariencia misteriosa, excéntrica y aparentemente un poco desequilibrada, hablaba cuatro idiomas y tocaba tres instrumentos. También se hizo evidente que cuidaba mucho a sus empleados, sin escatimar el dinero y cuidándolos como si fueran de la familia. La lealtad de todos ellos estaba garantizada.
BIOGRAFÍA: Sarah Lockwood Pardee en New Haven (Conneticut, Estados Unidos), alrededor de 1840, siendo su padre Leonard Pardee y Sarah Burns. Era la quinta de siete hijos del matrimonio.
Su padre era un competente carpintero que, gracias a su gran facilidad para los negocios. Durante la Guerra Civil Estadounidense se hizo de oro vendiendo ambulancias para el Ejército de la Unión. Sarah fue una niña prodigio que, a los doce años ya hablaba perfectamente, francés, español, latín e italiano. Estudió en el Young Ladies Collegiate Institute, de Yale. También dominaba el uso de varios instrumentos y tenía una sólidos conocimientos de literatura, ciencias y matemáticas. Completaba su formación, la filosofía masónica-rosacruz.
Los Winchester y los Pardees se conocían de la Primera Iglesia Bautista de New Haven.
El 30 de septiembre de 1862, Sarah contrajo matrimonio con William Wirt Winchester, hijo único de Oliver Winchester, propietario de WINCHESTER REPEATING ARMS COMPANY. Tuvieron una hija, Annie Pardee que murió con poco más de un mes, por causa de un problema metabólico que le impedía metabolizar los alimentos. En 1880 murió su suegro y, al año siguiente, en marzo de 1881 su esposo William, por causa de una tuberculosis.
La gran herencia que recibió Sarah fue de 20 millones de dólares de la época y el 50% de la propiedad de la compañía WINCHESTER, que equivalía a unos ingresos diarios si los calculáramos hoy en día de 25.000 dólares. Sarah necesitaba superar la pérdida y realizó un largo viaje por todo el mundo que duró tres años. En 1884 regresó a Estados Unidos y se estableció en California, donde vivían familiares suyos como Enoch Pardee, médico, y miembro de los Caballeros Templarios Masones. Durante su estancia en Francia visitó monumentos arquitectónicos esotéricos, como la catedral de Chartres (Francia) o la Capilla Rosslyn (Escocia).
En 1888, Sarah compró 56 hectáreas en Los Altos (California) donde había una granja de 8 habitaciones. Contrató un equipo de 20 carpinteros e inició un proyecto de construcción perpetua de la casa que duró 38 años, hasta su muerte. Estableció unos turnos de trabajo en los que se trabajaba las 24 horas del día, todos los días del año.
La construcción creció y creció hasta los 7 pisos de altura pero, tras el terremoto de 1906, se decidió que no pasara de los 4 pisos.
Aparte de la sorprendente distribución interior de la casa, la señora Winchester no se ahorró cualquier avance tecnológico como ascensores, luces de carburo, aislantes de lana, sistemas hidráulicos y electricidad.
Sarah Winchester murió mientras dormía el 5 de septiembre de 1922, en San José (California), por causa de una insuficiencia cardiaca e, inmediatamente, se detuvieron las obras. La casa acabaría siendo subastada.
Fotos: Cortesía oficial site Sarah Winchester
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